Llega septiembre y para muchos es como si comenzase el año «de verdad».
Para mí personalmente es así desde que soy madre y desde que mis hijos empezaron a ir al cole. Antes, ni siquiera cogía todas las vacaciones en verano. Aprovechaba para disfrutarlas con viajes fuera de estas fechas… ¡Qué recuerdos! Aquella etapa a.d.t.h. (antes de tener hijos).
La vida cambia, y toca adaptarse, y para mí el año empieza claramente en septiembre. En una de las novelas de Milena Busquest se habla de que el año no debería empezar en enero, ni en septiembre, sino el día que tu floristera te avisara de que habían llegado las primeras peonías. Idílico, floral, a mí me gustaría. Pero hoy vamos a hablar de realidad.
Hoy, que acaba de arrancar el mes, y que la mayoría estamos repasando listas de materiales, lavando mochilas, y comprando zapatillas, el mundo se divide en dos grupos:
- Los padres y madres que están deseando que sus hijos vuelvan al cole.
- Los padres y madres que lamentan la vuelta a la rutina escolar.
¿Y tú de qué equipo eres?
Mi idea no es valorar, ni mucho menos juzgar una u otra postura, sino analizar por qué se dan.
En un mundo ideal, la conciliación existiría, a todos los padres y madres nos encantaría disfrutar de nuestros hijos 24/7, y desearíamos que el verano se alargara para disfrutar del buen tiempo hasta cargar las pilas al máximo para el “duro” invierno.
Sin embargo la realidad es que ya a partir de la segunda quincena de agosto cada vez es más común escuchar: “uff, tengo unas ganas de que vuelvan al cole”. No sé si os sonará. ¿Te sientes identificada?
¿Y por qué crees que ocurre?
Probablemente no hay una única razón. Tras una pequeña reflexión sobre este tema, veo tres aspectos de nuestra vida que nos afectan, e influye en que nos sintamos de uno u otro equipo:
- El laboral
- El social
- El emocional
El aspecto laboral
El laboral. Es evidente que en las familias, sea la estructura familiar que sea, en las que los padres trabajan, el aspecto laboral afecta directamente. ¿Cómo me organizo en verano cuando yo estoy trabajando? Durante el curso, más o menos todos tenemos la rutina establecida e incluso horarios adecuados en la medida de lo posible a los horarios escolares para poder atender a los hijos. Pero cuando llega el verano, la realidad es que escasean los puestos de trabajo en los que poder disfrutar de dos meses y medio de vacaciones, del 23 de junio al 7 de septiembre.
En este momento tiramos de aitonas y amonas, de campamentos de verano, cursillos, talleres, campamentos o colonias de día, que más que una necesidad de los hijos, cubren una necesidad de los padres. En mi opinión, convertimos la necesidad en virtud.
Yo creo que este es uno de los aspectos que más afecta tanto en cómo se vive el verano, como en la vuelta a la rutina escolar.
El aspecto social
Otro aspecto de nuestra vida que influye en cómo abordamos y vivimos este tema de las vacaciones y la vuelta al cole es el aspecto social. Creo que tenemos montada una sociedad en la que los niños no son una prioridad. Los niños no tienen su hueco. Por no decir que parece que “molestan”.
Molestan porque vivimos en una sociedad donde prima la productividad, el consumo, el no pensar, el éxito, el dinero, el aparentar… Y cuidado, que algunas de estas cosas son indispensables para poder vivir en unas condiciones dignas, pero algunas, no todas. Para encajar a los niños en esa sociedad se ha buscado la escolarización temprana, el cuidado de los niños por terceras personas, miles de actividades extraescolares…
Ahora bien, en lo que al verano se refiere, ¿qué os parecería pedir 1 mes de permiso/excedencia en vuestros trabajos para poder compartirlo con vuestros hijos? Habrá personas y familias en las que su trabajo y su situación lo permitan, otras que muy a su pesar no se lo puedan ni plantear. ¿Lo veis como una opción? En realidad, a bote pronto y relacionándolo con el aspecto laboral que hemos comentado antes, no parece mala opción ¿estamos dispuestos a ello? Ahí lo dejo, como los primeros deberes del curso.
El aspecto emocional
Y por último, y unido de alguna forma a la última reflexión y a la última propuesta de buscar vías reales para pasar el verano con nuestros hijos, tendríamos el aspecto emocional. Esa parte de nosotros a la que deberíamos preguntarle, ¿qué te parece pasar todo el verano con tus hijos? Todo. Todo el verano. 24 horas al día, 7 días a la semana, 31 días al mes, durante más de dos meses…
Entiendo que la respuesta debería ser que nos parece una idea estupenda. Al fin y al cabo es de lo que nos quejamos durante el curso: de falta de tiempo para disfrutar en familia. Pero, ¿estamos preparados para ello? ¿Y estamos acostumbrados a ello?
Hay un dato que suele publicarse siempre tras cada verano, sobre el aumento de separaciones y divorcios. Parece que es una realidad que hay un aumento de solicitudes de divorcio después de verano, no lo sé.
No hay estadística similar respecto a los hijos, o al menos yo no la conozco, quizá porque no existe la posibilidad de divorciarnos de nuestros hijos. Con esto lo que quiero plantear es una reflexión sobre los niños, y su lugar real en nuestra vida y en la sociedad.
Pasar todo el día con niños más o menos pequeños puedes ser tan bonito y enriquecedor como agotador y desesperante en algunos momentos. Que levante la mano por favor quien no viva esa parte agotadora de los niños, que me gustaría saber cómo lo hace. Y ese agotamiento físico, también suele serlo emocional.
Compartir el verano con tus hijos/as es estar presente y disponible y eso cansa y mucho, y si concebimos el verano tal y como nos lo venden, como el único momento del año en el que «debemos» ser felices y descansar, esto es complicado de llevar.
Llevo tiempo pensando que debemos cambiar el foco, debemos cambiar los objetivos y el eje sobre el que pivotamos como sociedad. Es hora de buscar el equilibrio, la proporción, de poner a las personas en el centro, lo que de verdad importa, independientemente del momento del año que sea.
En definitiva, ¿y tú de qué equipo eres? ¿Estás deseando que los niños vuelvan al cole? ¿O estirarías el verano un poquito más? ¿Cuál de los 3 aspectos que he mencionado te afecta más?