Tal y como os adelanté ¡hace ya más de un mes!, el 14 de octubre asistí a la conferencia del Dr. Adolfo Gómez-Papi (el autor del libro «El poder de las caricias»). Llegué un poco tarde y no tuve todos mis sentidos en la charla (no sé si sabéis cómo son estos encuentros de la Liga de la Leche a los que acudes con los niños).
Aunque me paso las semanas asistiendo, escuchando e impartiendo jornadas, talleres y charlas en las que Google es la palabra más utilizada, no sospechaba que en este caso, en lo que se refiere a crianza, fuera uno de los términos mencionados, aunque muy por encima. Me hizo gracias, y como si aún estuviera con la chaqueta de trabajo, escuché «Google» y dí un respingo.
Pues sí, el propio doctor mencionó de pasada que hay algunas grandes organizaciones, como Google, que apoyan de alguna manera la crianza creando espacios dentro de la propia empresa para el cuidado de los hijos de los trabajadores. Sin más. Yo algo he leído por ahí, pero nada realmente relevante creo, como para darle demasiada importancia.
Sin embargo, dicho esto, me viene a la cabeza esta idea que suele planear sobre muchas cabezas al hablar del tiempo que pasamos con nuestro hijos. Calidad vs. Cantidad, en referencia al tiempo. Hay padres que justifican el, generalmente, poco tiempo que dedican a sus hijos, diciendo que «quizá no sea mucho, pero es un tiempo de calidad». Y la verdad… yo sin ninguna duda apuesto por la c-a-n-t-i-d-a-d. Con todas las letras. El tiempo que dejamos de estar con ellos, es tiempo perdido, tiempo que no vuelve, tiempo que se va y no se repite… Cuando más cantidad, más probabilidad de calidad.