Desde hace más de un año, Jon, mi marido, que siempre ha hecho deporte (si no juega a fútbol, juega a pádel o «roba» balones a los niños en el parque para jugar durante 5 segundos) ha empezado a correr. Antes también corría, pero ahora corre todo el tiempo.
La verdad es que los primeros meses me parecía una locura aburrida, no le veía sentido, me parecía que se había vuelto loco. Empezó a participar en carreras, con la complicidad de mi cuñado, su hermano (que ya tenía más callo en esto de correr y «carrerear»), y sigue. Jare y yo vamos, nerviosas, a verles y a animarles.
Observando a la gente que corre y que va a ver correr a amigos y familiares me propuse hacer un estudio de por qué tanto hombres (sobre todo hombres) se echan a correr al llegar a la treintena/cuarentena. Era curioso ver la meta llena de mujeres con niños, en general muy pequeños, algunos incluso aún en las tripitas de sus madres. Se me pasaban por la cabeza ideas como que realmente esas personas huían de algo. Se echaban a la calle con el fin de alejarse de lo que les rodeaba. La verdad es que no he profundizado en el estudio. Casi prefiero no saber si hay alguna razón freudiana en esta actividad.
Sólo sé que yo he caído. Llevo 6 semanas corriendo. Llevo 6 semanas re-aprendiendo a correr. No sé cuánto durará. Pero ahora me hace sentir bien y puedo asegurar que va más allá de hacer deporte. Me siento bien. Si te sientes bien, es más fácil «sentir bien a los demás». No sé describir aún por qué. Son unos minutos que tengo para mí. Sólo pienso en el objetivo de ese día. Escucho música. Miro y remiro mis modestísimos registros en la app de Sports Tracker del iPhone. Disfruto del reto superado (cuando es superado), por pequeño que sea.
Pienso en el primer día que salí a correr (llevaba muchos años sin hacerlo, y cuando lo hacía, lo hacía como complemento a otro deporte) y aún no me creo lo que he conseguido en 6 semanas. Sólo me faltan 4 para el primer objetivo. No tengo duda de que lo intentaré, y de que… lo conseguiré. Y como se dice en eukara, «gero gerokoak».