Durante las últimas dos semanas me han llegado muchísimos artículos que hablan de la película y de las novelas de la trilogía de «Cincuenta sombras de Grey», y me ha sorprendido tanto lo que he leído y oído que la semana pasada empecé a leerme el libro. No pude evitarlo.
En general, el tono de los artículos que llegaban a mis manos eran del estilo al escrito por la periodista Carme Chaparro en su blog, y que realmente me sorprendió: «El retrógrado y peligroso 50 sombras de Grey».
Y ahora que lo he terminado estoy más sorprendida aún de todas las críticas que estoy oyendo, sobre la peligrosidad de los mensajes del libro. ¿Perdón? Es una novela, es ficción… He leído libros sobre la guerra de Vietnam, sobre el Holocausto, y aún no se me ha pasado por la cabeza imitar a ninguno de sus protagonistas, ni dar por bueno lo que hacían, decían o pensaban.
Pues nada, como os decía, que ya me lo he terminado, sí, sí, he terminado de leerme El Libro: “Cincuenta sombras de Grey”.
Ahora ya me puedo dar por aludida al volver a escuchar adjetivos como “lectoras calentorras” que para algunos periodistas “supercultos” son el tipo de adjetivos que nos definen a las lectoras de este libro. Ieup! (“lectoras calentorras”, escuchado en la tertulia de las 16:00 de “La Ventana” de la Cadena Ser, el pasado 12-02-2015).
Ay, con lo que cuesta que alguien se lea un libro en este país, en fin…
Al libro. Literariamente flojo, nada destacable. Trama, para mí, entretenida. El tono erótico y pornográfico, pues para gustos los colores, sin más.
Lo que más me cabrea, y que tras leer el libro corrobora mi cabreo previo es que hoy en día se ponga el grito en el cielo por una trilogía de novelas y una película, que quizá sean “malas”, pero que son eso, novelas y película. Es decir, insisto, ficción.
Creo que la crítica y la discusión deberían ir enfocadas a poner sobre la mesa si el problema es el cine, la literatura o si lo importante es dotar a la sociedad adulta de herramientas para tener la capacidad de gestionar mensajes externos, de los medios, sabiendo separar la realidad de la ficción. Confiamos poco en las personas, en su criterio, en su educación. Por algo será. Y aquí, como supondréis ya no me estoy refiriendo sólo a “Cincuenta Sombras de Grey”.