Arranco este post con la sonrisa aún en la cara. A través del perfil de Mimitos de Mamá en Facebook, ha llegado a «mis manos» este corto: «El simpático corto de un padre en apuros». En los 11 minutos que dura, he sentido angustia, me he reído con un par de carcajadas, y sobre todo, me he sentido identificada.
Echadle un vistazo, y estad atentos hasta el último segundo.
Una vez visto el corto, he recordado esos momentos de «crisis» en los que estás a mil frentes y crees morir de cansancio, en los que la paciencia está al límite, y aún así, sales, sacas fuerzas y luego lo recuerdas como una pequeña batalla ganada en la tú te has hecho un poquito más fuerte y de alguna forma el vínculo con tu familia también ha salido fortalecido.
Esas mañanas a contrarreloj en las que, justo cuando vas a salir de casa, cuando ya vas 5 minutos por detrás de la previsión para que «todo vaya bien» (para llegar al cole antes de que cierren la puerta), el pequeñajo decide hacer lo que no ha hecho en los 2 días anteriores, desbordando los límites de cualquier pañal ultra absorbente y seguro.
Esas tardes-noche en las que el cansancio pelea con el hambre, con las ganas de jugar… y en las que siempre sale perdiendo el mismo.
O esos viajes en coche en los que rezas porque nadie te esté viendo y juras por la DGT que jamás volverás a dar un biberón, abrir un botellín de agua, pelar una mandarina, buscar una toallita húmeda y enchufar el iPhone a la radio del coche para escuchar a los payasos, todo a la vez. Jamás.
Pero de repente, tal como dice al final el protagonista del corto, hay un instante, una sonrisa, una palabra, un gesto, una pregunta, con la que todo vuelve a la normalidad. Una especie de «reset» que te deja lista para la siguiente batalla, casi expectante, pero sonriente, preparada y feliz.