Llevaba ya unos meses con el blog K.O. «Murió» de repente y no he podido recuperarlo hasta este semana. Y la verdad es que bendito momento de recuperación, porque desde el domingo pasado por la noche tengo varias ideas en la cabeza con ganas de salir. No dejan de ser opiniones, pero que las vi más claras que nunca tras el programa «Salvados» que emitió La Sexta el pasado domingo, con el título «El milagro de la conciliación».
Si queréis ver el programa, aquí tenéis el enlace: #ElMilagroDeConciliar
El programa básicamente compara la situación de la conciliación familiar/personal y laboral en España con la de Suecia. Aunque estemos un poco aburridos de que siempre se hable tan bien de países como los nórdicos y tan mal de lo que nos rodea por aquí, seamos realistas ¿para qué inventar cuando hay esquemas que funcionan en otros lugares? Observemos, analicemos y veamos cómo podemos aplicar o adecuar aquí, lo que funciona allí.
Sin embargo, lo que concluí el domingo es que nos separan demasiadas cosas. Muy frustrante, pero es así.
No quiero idealizar, ni meterme en camisa de once varas, porque es posible que ni Suecia, ni otros países que son ejemplo en lo que a conciliación respecta, no lo sean en otros ámbitos. Sin embargo, hoy sólo quiero hablar de conciliación y de por qué ellos lo han conseguido y nosotros estamos aún tan lejos de conseguirlo.
Podríamos hablar de muchos temas que nos separan y que son clave al abordar el tema de la conciliación: las leyes, la situación económica, los impuestos, la sociedad, la situación política, el sistema educativo… Sin embargo, lo que realmente nos separa son las personas. Más concretamente los valores de las personas que han permitido configurar una sociedad basada en la responsabilidad, el respeto y el sentido común.
Una sociedad basada en la responsabilidad genera la confianza suficiente para que las personas tomen decisiones libremente tanto en el ámbito laboral como en el personal. Esto nos aleja del fraude, las imposiciones, las apariencias y las trampas. Y nos acerca a realidades más sinceras, más humanas y mucho más prácticas.
Nos queda mucho por hacer en prácticamente todos los ámbitos que nos afectan como sociedad, pero antes de cargar toda la responsabilidad en los políticos, en las leyes o en las empresas, creo que debemos empezar por hacer un poco de autocrítica y autoevaluación personal. Paremos, reflexionemos y actuemos en consecuencia.